viernes, 25 de septiembre de 2015

LEYENDA VERSADA DE BÉCQUER


EL BESO

Cuando llegaba a Toledo
el ejército francés
las gentes llenas de miedo
se escondían por doquier.
Todos los grandes espacios
claustros, conventos y asilos
hasta iglesias y palacios
por ellos fueron cogidos.
Cuando un joven oficial
que llegaba con retraso
lo quisieron alojar
no había libre ni un espacio.
 El Palacio Carlos V,
 la Casa de los Consejos
y hasta San Juan de los Reyes,
todos estaban repletos.
-Para vuestro alojamiento
tan solo hemos encontrado
esto trozo de convento
todo viejo y destrozado.
….
Del altar mayor pendían
cornisas desmanteladas,
las hornacinas vacías,
las inscripciones borradas.
Así que pasó la noche
nuestro joven oficial
 sin hacer ningún reproche
tumbado junto al altar.
Toda la tropa ocupaba
por tierra cualquier rincón
y ya la noche callada
fue extendiendo su negror.
Al día siguiente aquel joven
junto a otros oficiales
reuníanse en Zocodover
a hablar de dificultades.
Un muchacho preguntó
al oficial de los galos
cómo había sido la noche
en aquel lugar sagrado.
-Pues he tenido de todo
-contestó el interpelado-
he dormido más bien poco
pero bien justificado.
Pues pasar la noche en vela
junto a una hermosa mujer
no es un motivo de queja
como podrá comprender.
-¿Una mujer, dice usted?
llegó y al santo besó.
-Eso quizá deba ser
que en su tropa la escondió.
Lanzó alguien sin saber
en realidad qué pasó.
-Oh no, no la conocía,
no la había visto jamás
pero su belleza ardía
como sol en el cristal.
-.Contadnos pues la aventura
de qué joven se trataba,
mujer de tal hermosura
debe estar muy cortejada.
-Os la voy a referir:
 Escuchad sin dilación
porque lo que he de decir
requiere vuestra atención.
Cuando rendido caí
en los brazos de Morfeo
un tremendo golpe oí
igual que un terrible trueno.
Me desperté con un grito
tremendamente asustado,
parecía del infinito
¡la campana había tocado!
Y con la luz de la luna
que cruzaba el aljimez
en la orilla más oscura
vi tumbaba una mujer.
 Y todos los oficiales
extrañados se miraban,
pensando que el oficial
en sus cabales no estaba.
Pero ajeno estaba él
a qué pudieran pensar
y aquel oficial francés
siguió contando tal cual.
-No podéis imaginar
su fantástica belleza,
su rostro dulce y oval
y su blancura perfecta.
Oh celeste y casta imagen
bello amor de adolescencia
la luna le había dejado
reflejos de su presencia.
A hablarle no me atrevía,
era sorda, tal vez ciega..
sabiendo que no entendía
seguí prendado de ella.
Porque era todo a la vez,
era una estatua de mármol
aquella hermosa mujer.
Con ruidosas carcajadas
empezaron a burlarse,
-De ese tipo de mujeres
tengo yo para saciarte.
No confundas una dama
con una obra de arte.
-Yo sé muy bien que ninguna
puede ser como la mía,
es como un rayo de luna
llena de luz y poesía.
Ahora comienzo a entender
la pasión del escultor
que griego tuvo que ser
para esculpir tal primor.
Y tiene a su lado erguido
la figura de un guerrero
que es sin duda su marido
y el que la besó primero.
Yo estoy celoso de él
que la tuvo entre sus brazos,
y he estado a punto de hacer
su figura, mil pedazos”.
-“Vámonos todos allí
a echar un trago en la iglesia
y así podrás presumir
de tu adorada princesa.
-Comenzaron por decir-
-Cuando mejor os parezca,
esta noche puede ser.
Y con su mejor sonrisa
se fue del Zocodover,
quedando para la noche
que se volverían a ver.
…………
La noche había cerrado ,
sombría y amenazadora,
y el cielo se recubría
amenazando zozobra.
El viento zumbaba fuerte
por las tristes callejuelas,
agitando farolillos
y chirriando las veletas.
……….
Llegaron los compañeros
del nuevo oficial francés,
todos estaban inquietos
por conocer tal mujer.
Hacía un frío espantoso
con un aire que cortaba
pero el joven, orgulloso
fogata les preparaba.
Y en la capilla mayor
encendieron tal hoguera
extendiéndose el calor
por toda la nave entera.
-Os presento a la mujer
 dama de mis pensamientos.
-dijo el oficial francés-
Todos miraron a un tiempo.
Una exclamación de asombro
salió sin vacilación,
que además de tal asombro
causó gran admiración.
-La verdad, parece un ángel.
-Exclamaron sin reserva-
-Es más de lo que anunciaste,
lástima que sea de piedra.
-¿Y no sabéis por ventura
quién pudo ser esta dama?
¡Tan singular hermosura
no pudo ser ignorada!”
-Elvira de Castañeda,
-según consta en la inscripción-
que apenas un resto queda
para explicarlo mejor”.
Empezaron a beber,
ricos vinos y “champaña”
ya que el grupo era francés
que habían invadido España.
-Vamos, brindad vos también.
Le decían al capitán,
pero él se negaba a ver
la cruel triste realidad.
Tomando el joven la copa
y poniéndose de pie
se encaró con el guerrero
que guardaba a la mujer.
-Brindo por mi emperador
de la forma más sencilla,
que es un verdadero honor
a esta dama de Castilla
entregarle el corazón.
Y rellenando la copa,
acercándose al marido,
se la acercó hasta la boca
y le dijo compungido:
-Que no se diga que yo
 te dejé morir de sed,
tú has sido buen bebedor
como yo soy buen francés.
-Cuidado con lo que hacéis
mi valiente capitán,
no vaya a ser que os paséis
y caro os pueda costar.
-¿Crees acaso que estoy loco
por darle el vino a probar?
Yo sé que al menos un poco
el señor se va a tomar.
¿O es que acaso no os dais cuenta
que el escultor le infundió
parte de su propia esencia
con un soplo que le dio..?
Porque es vida, al fin y al cabo
aunque sea incomprensible,
mas, cuando me tomo un trago
lo encuentro todo creíble”.
-Magnífico, sigue hablando
-dijeron sus camaradas-
Y así siguió delirando
como si nadie escuchara.
Y acercándose despacio
en los labios la besó.
Pero al tiempo un fuerte brazo
de mármol, se levantó,
dándole tal manotazo
que al suelo muerto cayó.
………..
Todos quedaron pasmados,
ninguno supo qué hacer.
¡Era el hermoso guerrero
 defendiendo a su mujer!